¿Basura espacial?




Si alguno vio la pelicula WALL•E, recordarán la escena en la que una nave espacial abandona la Tierra cruzando una barrera de "basura especial".

Sabemos, claro, que no es basura sino satélites artificiales. La imagen es poderosa porque nos muestra algo a lo que no estamos acostumbrados.

Pero la imagen no es ficción. En la actualidad miles de estos objetos orbitan nuestro planeta.
Hace unos días los satélites ocuparon los titulares cuando dos de ellos -uno ruso, otro estadounidense- chocaron en el espacio. Hace unas horas regresaron a nuestra mente cuando nos enteramos que el satélite llamado "Observatorio Orbitante de Carbono" de la NASA no llegó al espacio y se desplomó sobre la Antártica.

Su trágico destino pesa aún más porque la intención de dicho observatorio era monitorear la producción de emisiones de carbono en el planeta. Se buscaba tener más información para combatir el calentamiento global.

Habrá quien piense, sin embargo, que el que haya un satélite menos no es una mala idea.

En 1957 la extinta Unión Soviética lanzó el primer satélite artifical al espacio, el Sputnik 1. Desde entonces más de 26.000 objetos (entre satélites, naves y otros) han orbitado la Tierra.
En la actualidad se cree que hay más de 10.000 objetos fabricados por el hombre dando vueltas alrededor de nuestro planeta.

El problema es que, según la Red de Vigilancia Espacial de Estados Unidos, aproximadamente el 8% (más de 600) son satélites en operación, el resto es basura.

Muchos de los satélites que funcionan tienen una gran importancia en nuestras vidas. Entre otras cosas nos permiten comunicarnos con mayor rapidez y tener acceso a más información.

Los satélites parecen por ahora un mal necesario, pero es probable también haya llegado el momento de establecer limites, sobre todo cuando hay tanta basura flotando por encima de la atmósfera. Según la NASA, y otras agencias espaciales, ninguna representa un "grave" riesgo para nuestro planeta.

Pero digan lo que digan es un tema que no hay que perder de vista. Quizá así podamos lograr que la ciencia ficción sólo se quede en las pantallas de cine.